Estaba en esa edad preciosa, esa edad en la que las cosas no son tan simples, pero esa edad que una vez que creces, y ves el panorama completo, te das cuenta de que, en verdad, es una edad de oro, en que lo pequeño toma proporciones gigantes, y que cada día es una aventura diferente, para siempre quedar sonriendo.
En ese tiempo, Matias no tenia muchos pretextos para sonreír, aunque lo hacia por pasatiempo.
Matias era un niño feliz siempre dentro de lo que conocía, dentro de las cuatro paredes de color brillante que coloreaban su cuarto, como dándole motivos a la imaginación para volar, para impulsarlo a hacer cosas grandes; era un niño solitario, ese que cuando lo ves te da sonrisas, pero que nunca recuerdas luego que sales a tu vida normal.
Matias era un niño feliz siempre dentro de lo que conocía, dentro de las cuatro paredes de color brillante que coloreaban su cuarto, como dándole motivos a la imaginación para volar, para impulsarlo a hacer cosas grandes; era un niño solitario, ese que cuando lo ves te da sonrisas, pero que nunca recuerdas luego que sales a tu vida normal.
Matias era muy bueno entreteniéndose, tenia un talento especial para ignorar de vuelta al Mundo que lo había ignorado a el, pero en ese tal vez mal trato que el Mundo y Matias habían hecho, beneficioso para nadie por cierto, todos habían quedado contentos, así que es como si nada en verdad hubiera pasado.
En una de esas tantas tardes solitarias, esas en las que la inocencia se confunde con oportunidad, y se crea el momento idóneo para dar paso al puente de la vida, Matias conoce a una niña en el parque en el que siempre pasaba sus tardes entre el columpio, el fútbol y la cacería de iguanas.
La niña era verdaderamente hermosa, de esas niñas muy altas para su edad, parecía mas bien una señorita, con nariz prominente, pero elegante, ese seria su único defecto, si es que tal cosa es un defecto; tenia cabello color negro, y piel blanca, tal contraste invitaba a pensar que dentro de tanta belleza se escondería un enigma de algún tipo, o de algún ejemplo simple del Yin Yang, sin duda algún misterio se traería entre manos el destino ese día.
'Acaparas el columpio' le dijo la niña a Matias, que en ese momento ocupaba su mente en alguna distorsión de la realidad producto de esa mente hiperactiva, la que servia tan bien de herramienta para no notar su alrededor.
'Ah? Disculpa! Ya iba terminando!' respondió el pequeño.
'Toma, todo tuyo' dijo Matias al tiempo que encajaba sus talones en la arena para detener el impulso.
'Gracias' respondió la pequeña mientras Matias le sonreía y se apartaba, como aceptando de antemano que una niña tan linda no iba a querer ser amiga de un niño tan excéntrico como el.
'A donde crees que vas? Empujame, tonto!' le resongo la niña, con cierto tono de adorable malcriadez; estupefacto, Matias se dispuso detrás de ella, y la empezó a empujar suavemente cada vez que esta volvía a el.
'Entonces? No me preguntaras como me llamo?' dijo la niña, Matias, que no salia de su asombro, respondió con prisa 'Si, claro, a eso iba! ¿Como te llamas?'
'Natalia' respondió la niña
En la cara de Matias se podía ver una mezcla de felicidad y asombro, como quien hace algo por primera vez, pero al mismo tiempo viene soñando con eso desde hacia años, Matias había encontrado una persona que se interesaba por estar con el, e incluso era una lindisima niña! que mas podía pedir?
Pasaron los minutos y Natalia pide parar, así que Matias la ayuda a bajar, mera cortesía dado que la niña era visiblemente mas alta que el. En ese momento, pasaba el carrito de los helados, plagado ya de retoños regordetes cansados y sudados producto de correr varias cuadras persiguiéndolo para que les diera el dulce de la tarde, y luego seguir sus juegos
'Quieres un helado?' Dijo Matias, algo atípico para el, pero que la situación pedía, dado lo atípico de toda la situación.
'No, yo quiero algo mas dulce' Respondió Natalia
'Y que sera eso?' Pregunto Matias, con cara de extrañado
'Quiero un besito tuyo, tonto! Me pareces lindo, por eso te vine a hablar ¿Que no sabes nada de mujeres?' respondió Natalia, sembrando el pavor en Matias, quien de por si no entendía bien lo que sucedia, y muchísimo menos estaba preparado para una respuesta así.
'Bueno, ok, si tu quieres' respondió un extrañado y gratamente sorprendido Matias, antes de darle el beso mas nervioso que se haya dado en la historia, y eso que solo fue en la mejilla. Natalia al sentirlo, empezaba a soltar risitas, como a quien le dan cosquillas, espectáculo de lo mas hermoso para cualquier espectador anónimo que pudiera haber habido en aquel parque.
'Toma, este es mi correo, me escribes si?' dijo Natalia tras agarrar la mano de Matias y empezar a escribir allí con un bolígrafo que guardaba en el bolsillo trasero de su falda de jean. 'Chau, hablamos, me tengo que ir' Dijo Natalia feliz y sonriente antes de irse y perderse de vista caminando lentamente, lo que invitaba a pensar de donde había salido tal peculiar personaje.
Matias se había quedado completamente mudo, con una sonrisa en su rostro y una mente debatiéndose sobre acerca de que estar mas sonrojado, si por el hecho de haber besado a una niña tan linda, o que esta le haya dado su correo, para seguir hablando posterior a tan inusual y espontaneo encuentro.
Matias llego esa tarde a su casa completamente cambiado, sonriente , pero con una sonrisa diferente, es aquella sonrisa que te habla, te cuenta historias, te dice cosas increíbles; Matias habia llegado a su casa maravillado de ver lo que había afuera de su mundo, y entendió, por fin, que no importaba que tan suficiente fuese el mundo en que vivía, allá afuera lo esperaba un mundo diferente, que allá afuera, lo esperaba la vida, y lo invitaba a jugar.
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